¿Dónde huye mi dinero querido Sancho?

Sucedió un día en los campos de Catilla que Don Quijote, tras una noche de vela y profundas meditaciones sobre la caballería andante, se dispuso a inspeccionar sus alforjas. Esperaba hallar unos cuantos euros para reponer su desgastado equipo y, quizás, agasajar a su fiel Sancho Panza con alguna vianda digna de un escudero.

- "¡Ah, Sancho!" exclamó Don Quijote, con el ceño fruncido. "Parece que un malvado hechicero, envidioso de nuestra gloria y de nuestra virtud, ha hecho desaparecer los pocos euros que custodiábamos para nuestra justa causa."

Sancho, que a la sazón estaba más preocupado por el hambre que por la hechicería, se rascó la barriga. 

- "Mi señor, con todo respeto, ¿no será que se le cayeron cuando luchó con los molinos, o cuando lo revolcó el arriero, o cuando...?"

- "¡Silencio, Sancho!" interrumpió Don Quijote, con un brillo en los ojos. "No hay mayor maldad que la de hurtar el pecunio a un caballero andante. Sin duda, este es un nuevo y traicionero desafío de algún encantador maligno que desea vernos en apuros."

Y así, Don Quijote, montado en Rocinante y con su lanza en ristre (aunque esta vez apuntando al suelo en vez de a gigantes), comenzó la más insólita de sus búsquedas: la caza de lo euros perdidos.

Primero, se lanzó a investigar las hierbas del camino, convencido de que los euros, transformados en insectos por la magia, intentarían huir. Pasó horas revolviendo la maleza con su lanza, mientras Sancho suspiraba y pensaba en un buen trozo de queso.

"¡Aquí hay pruebas, Sancho!" gritó en un momento. "Un rastro de brillo, sin duda de uno de nuestros euros que ha intentado volar." Sancho se acercó y vio lo que Don Quijote señalaba: un trocito de papel de plata de algún dulce que había comido el día anterior.

Luego, se dirigieron al cercano arroyo. Don Quijote afirmó que el hechicero podría haber convertido el dinero en peces, obligándolos a nadar río abajo. Con la mayor solemnidad, intentó "pescar" sus brillantes euros con su casco como red improvisada, mientras los peces saltaban ajenos a la dramática búsqueda.

- "¡Qué astucia la de este encantador!" exclamó, empapado. "Ha dotado a mis brillantes euros de la habilidad de evadir mi noble pesca."

Finalmente, al caer la tarde, con Don Quijote exhausto y Sancho a punto de desmayarse de la risa contenida, llegaron a una pequeña posada. La posadera, al ver el aspecto de caballero andante, se acercó con una sonrisa.

- "Mi buen señor," dijo ella, "perdone mi atrevimiento, pero esta mañana, cuando se marchaba, se le cayó esto cerca de la fuente del pueblo. Pensé en alcanzarle, pero ya iba muy lejos."

Y la posadera, con la mayor naturalidad del mundo, le tendió una pequeña bolsa de cuero. Dentro, relucían los euros "desaparecidos".

Don Quijote tomó la bolsa, su rostro se iluminó. "¡Ah, Sancho! ¡La virtud siempre triunfa sobre la maldad! El malvado hechicero, al ver nuestra perseverancia, ha sido obligado a deshacer su encantamiento y devolver nuestros fondos. ¡Gloria a la caballería andante!"

Sancho solo pudo negar con la cabeza, esbozando una sonrisa cansada. "Sí, mi señor. Gloria a la caballería andante... y a las posaderas honradas que encuentran lo que uno se olvida."

Vaya con Don Quijote, pasan los años y hay quien nunca cambia ¿verdad?. Pero, ¿Nunca te ha pasado lo mismo que a nuestro valiente caballero? Apuesto a que sí.

Me refiero a todas esas veces que te empeñas que cuando pierdes algo, siempre es culpa de alguien, ya sabes, nunca eres tu el/la responsable. Pierdes la cartera, el dinero, el trabajo, la pareja, los nervios, la virginidad, no sé, esas cosillas. ¿Te ha pasado o no?

Después nos reímos de Don Quijote, pero nosotros hacemos exactamente lo mismo, comenzamos nuestra cruzada de la caza de fantasmas, esperando encontrar algún indicio, que nos sirva de excusa para cargar nuestras malas decisiones en las espaldas de otra persona.

Tomar decisiones y aceptar las consecuencias.
A eso se le llama vivir.

No me hagas caso, yo solo estoy aquí porque tengo admiración infinita hacia nuestro apuesto caballero, lo demás es cosa tuya, pero te invito a que asumas las consecuencias de todo eso que decidas, y que disfrutes de todas esas veces que eres capaz de acertar.

Claro que siempre tienes la opción de juntarte a los cañistas, ya sabes, esos seres que se ríen de Don Quijote, de ti, de mi y del mundo entero, esos que se ríen de todo aquel que intenta aprender y evolucionar, y que critican todo avance, ya que ellos no tienen capacidad alguna de intentarlo siquiera. Ten cuidado si te juntas a ellos, ya no se dan cuenta que llevan toda la vida luchando contra sus propios molinos, pero su envidia y conformismo se lo ocultan de tal manera, que no son capaces  de llegar a verlo jamás. Todos luchamos contra nuestros propios molinos, pero hay quien muere y aún no se a enterado de que va la cosa.

Dicho esto, te invito a que montes en tu Rocinante particular, y seas tu quien agarra con fuerza las riendas de tu vida y de tus decisiones. 

Por mi parte poco más decirte, he de irme. Aprovechando que Don Quijote anda por Castilla, voy a ver si salgo en su busca y tengo la suerte de encontrármelo para poder hacerme un selfie con él, que esto en las RRSS tiene que petarlo.

- ¡¡¡Estás medio gilip...!!!

- Sí, pero como consiga encontrarlo y hacerme el selfie  ¡¡¡hoy vas a comer envidia!!!

Os deseo mucho éxito en vuestra lucha contra vuestros propios molinos.

dtp.rubenarroyo@gmail,com


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