Dos amigos, dos vidas.


Hoy vengo a contarte la gran apuesta de Isabel y Luis: el año que uno planificó y el otro… dejó pasar

Era una fría noche de diciembre cuando Isabel llegó al bar de la esquina con una libreta tan nueva que todavía olía a papel recién cortado, sin duda era una de las libretas que había descargado en www.disfrutatupresente.com, dónde apuntaba todo cuento le era de vital importancia. Luis ya estaba allí, con la cabeza apoyada en la mesa y una cerveza medio vacía que había sobrevivido a tres rondas de "¡Salud por el 2025!".

—¡Llegaste! —exclamó Isabel, dejando la libreta sobre la mesa con un golpe sordo que hizo temblar la servilleta.

—Yo también llegué… a la conclusión de que el año que viene no necesita plan —respondió Luis, sin levantar la vista, mientras hacía malabares con una aceituna.

Isabel sonrió, abrió la libreta y la giró para que Luis pudiera ver la portada: "Plan 2026: El año de los logros épicos". En la primera página había una lista de metas, horarios, recordatorios y hasta una hoja de cálculo con colores que haría envidiar a cualquier diseñador.

—Mira, Luis, este año voy a ser más positiva, voy a correr un maratón, aprender a tocar la guitarra, escribir un libro y, por supuesto, no volver a perder las llaves del apartamentodijo Isabel, señalando cada punto con el dedo como si fuera un general revisando su ejército.

Luis tomó la libreta, la miró de reojo y la dejó caer de nuevo sobre la mesa.

—Yo… voy a ver qué pasa. Ya sabes, la vida es una improvisación. Además, ¿quién necesita un plan cuando tienes pizza y series? —replicó, levantando la botella de cerveza como si fuera un trofeo.

Así comenzó la gran apuesta. Isabel se comprometió a seguir al pie de la letra su plan; Luis, por su parte, prometió no hacer absolutamente nada… o al menos intentarlo.

Enero: el despertar del plan

Isabel empezó el año con la energía de un niño en Navidad. Cada mañana, a las 6:00 am, sonaba su alarma y él, con una taza de café, marcaba en la libreta: "Correr 5km". Luis, mientras tanto, se despertó a las 11:00 am, se estiró, y se preguntó por qué su cama estaba tan cómoda.

La primera semana, Isabel ya había corrido 20 km, había escrito la primera página de su libro y había encontrado una llave que había perdido en el cajón de la cocina. Luis, por su parte, había descubierto la existencia de una serie nueva en Netflix y había visto el primer episodio tres veces seguidas.

—Te juro que el ejercicio me da ideas para el libro —le dijo Isabel a Luis mientras hacía flexiones en el parque.

—Yo tengo ideas para la serie —respondió Luis, sin dejar de masticar palomitas.

Febrero: la primera grieta

Llegó el Día de San Valentín. Isabel había preparado una sorpresa. Una cena romántica en su apartamento, con velas, música suave y una lista de reproducción que había creado en su app de música. Todo estaba anotado en la libreta de DTP: "Cena a las 19:30, con vino tinto y postre de chocolate". Luis, sin embargo, había olvidado que existía el Día de San Valentín y había aceptado una invitación de última hora para jugar al billar con unos amigos.

Cuando Isabel abrió la puerta y encontró a Luis con una pizza en la mano y una sonrisa de "¡lo siento!" en la cara, la libreta DTP cayó al suelo.

—Pensé que… —empezó Isabel, pero Luis la interrumpió.

—Yo también pensé que la pizza era una opción de cena válida. Además, la vida es corta, ¿no? —dijo, encogiéndose de hombros.

Isabel suspiró, pero no pudo evitar reírse. Decidió que la noche no estaba perdida y, en vez de una cena romántica, organizó una maratón de películas de acción con Luis. El plan había cambiado, pero el día terminó con una carcajada compartida.

Porque se puede celebrar San Valentin con una amigo/a sin que pase nada. ¿Eso lo sabéis verdad? No hay nada más bonito que una buena amistad. Dicho esto, sobra todo lo que se pueda añadir. Y sí, se puede tener un buena amigo o amiga del otro sexo y quererla tanto como a tu hermana o hermano sin que jamás pase nada. (Esto sobraría decirlo, pero siempre hay algún personaje triste que no lo entiende)

Marzo: la tentación del "después"

Marzo llegó con lluvias y con la tentación de quedarse en casa. Isabel había anotado en su libreta DTP: "Trabajar en el libro, 2 h cada día". Luis, por su parte, había descubierto la existencia de una oferta de "todo lo que puedas comer" en un nuevo restaurante de sushi.

Una tarde, mientras Isabel tecleaba furiosamente en su escritorio, Luis apareció con una bandeja de sushi y una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Qué tal si dejamos el libro para mañana? —propuso Luis.

Isabel miró la bandeja, luego la libreta DTP, y finalmente asintió.

—De acuerdo, pero mañana sin falta. Y tú, ¿qué vas a hacer con esa pizza que quedó del viernes?

Luis se rió, y por primera vez en el año, sintió una punzada de culpa. No era la culpa de la pizza, sino la sensación de que, tal vez, había algo más que una simple noche de sushi.

Abril: la gran revelación

El mes de abril trajo consigo la primavera y, con ella, la primera gran crisis de Isabel. Su libro, que había avanzado a pasos agigantados, se había quedado atascado en el capítulo tres. Cada intento de escribir terminaba en una página en blanco y una taza de café vacía.

Luis, que había pasado los últimos tres meses sin abrir una libreta, decidió que era momento de ayudar. Se sentó al lado de Isabel, tomó la libreta DTP y, en vez de escribir, empezó a contarle una historia: la de un hombre que había decidido no planear nada y terminó encontrando una landa de oportunidades inesperadas.

—Mira, Isabel —dijo Luis—, a veces el camino se abre cuando dejas de mirar el mapa y simplemente caminas.

Isabel escuchó, y aunque su mente de planificadora quería una solución estructurada, algo dentro de ella se relajó. Decidió que, por un día, dejaría que la historia fluyera sin presión.

Esa noche, Isabel escribió sin parar durante dos horas, y el capítulo tres quedó terminado. Luis, satisfecho, tomó una cerveza y brindó por "las ideas que nacen del caos".

Mayo: la maratón

Llegó mayo y con él la tan esperada maratón de la ciudad. Isabel había entrenado durante meses, había marcado cada kilómetro en su libreta DTP y había visualizado la meta como una línea de llegada de color azul. Luis, por su parte, había decidido que correr una maratón era una excelente excusa para comer más pizza o seguir viendo más series de Netflix o la isla de las tentaciones.

El día del evento, Isabel estaba en la línea de salida, con su número pegado al pecho y una sonrisa de determinación. Luis llegó con una mochila llena de snacks, una gorra de "Entrador oficial" y una pancarta que decía "¡Vamos, Isabel! (pero yo me quedo en la meta)". Tened cuidado, de estos hay muchos. Muchas personas te dicen como debes hacer las cosas, pero después te das cuenta que ellos jamás hacen nada. Ojito amigo/as.

A mitad de la carrera, Isabel empezó a sentir los músculos gritar. Pensó en su libreta DTP, en los kilómetros anotados, y siguió adelante. Cuando cruzó la línea de meta, la multitud lo vitoreó. Luis, que había estado esperando en la meta con una botella de agua y una porción de pizza, lo recibió con un abrazo y un "¡Lo lograste!".

En ese momento, Isabel comprendió que, aunque su plan le había llevado hasta allí, la verdadera motivación había sido la compañía de su amigo, que había estado presente a su manera, sin seguir un cronograma, pero siempre allí y el seguimiento en su libreta.

Un objetivo sin un plan y un seguimiento es solo un deseo. Los deseos no se cumplen, los objetivos si lo hacen.

Junio‑Diciembre: el equilibrio

Los meses siguientes fueron una mezcla de rutinas planificadas y momentos improvisados. Isabel siguió con su libro, ahora con un ritmo más relajado, y empezó a tocar la guitarra los domingos, una actividad que había añadido a su libreta DTP después de que Luis le enseñara una canción de su banda favorita.

Luis, por su parte, empezó a escribir pequeñas notas en una servilleta cada vez que encontraba algo interesante: una frase graciosa, una idea para una serie, una receta de pizza. Con el tiempo, esas servilletas se convirtieron en una especie de "libreta de la improvisación" que llevaba a todas partes.

Al final del año, los dos amigos se reunieron nuevamente en el mismo bar de la esquina. Isabel sacó su libreta DTP, ahora gastada y llena de tachones, y la abrió en la página final.

—Este año logré correr la maratón, terminé el libro y aprendí a tocar "Hotel California" en guitarra —dijo, orgullosa.

Luis, con una sonrisa, sacó su montón de servilletas y las extendió sobre la mesa.

—Yo descubrí que la pizza de pepperoni es una forma de arte, vi 52 episodios de series y, lo más importante, nunca dejé de reírme contigo —respondió.

Se miraron y, sin necesidad de palabras, supieron que  no habían ganado ambos. Isabel había aprendido que un plan es una guía, no una cadena; Luis descubrió que si no planificas en una agenda nada del nuevo año, nada tendrás al final del mismo.

Brindaron una vez más, esta vez con una cerveza y una porción de pizza, y levantaron sus copas hacia el futuro. Isabel pletórica por todo lo conseguido, Luis con una falsa sonrisa por ver como su amiga conseguía todo lo que se proponía mientras él...

—Por los planes perfectos y los desvíos inesperados —dijo Isabel.

—Y por los amigos que nos recuerdan que, al final, la vida es mejor cuando se comparte —añadió Luis.

El bar se llenó de risas, una sinceras, otras muchas forzadas, mientras el frío de diciembre seguía bañando las calles de toda la ciudad, y mientras Isabel apuntaba en su agenda de 2025, " Imprimir la nueva agenda DTP 2026".

Con esto solo quiero comentar que no hay nada más triste de ver como el mundo avanza y como tu te quedas siempre en el mismo sitio. Este año ya termina, al principio del mismo, dije que hay personas que tendrían un año impresionante y vivirían cosas increíbles, y personas que consumirían otro año más, sin más.

Si no planificaste nada el diciembre pasado y has desperdiciado otro año más, no vuelvas a fallar, hazlo ya. 

Si por el contrario has hecho los deberes y tus resultados han sido geniales, te felicito y te invito a que lo compartas con la comunidad DTP.

Sea como sea, a mi no me hagáis caso ninguno. Solo observando a tu alrededor sabrás las personas que planificaron su año y no fueron a la deriva ni improvisaron nada, y las personas que se tapan con el "Que sea lo que Dios quiera" y su vida sigue siendo la misma castaña de todos los años. Observa, y descubrirás si lo que te cuento es cierto o no.

dtp.rubenarroyo@gmail.com