Se gana, con ganas.

Este fin de semana he estado viendo a mi hijo en un partido de voleibol. Por cierto, deporte minoritario pero apasionante. El caso es que en uno de los tiempos muertos, uno de los entrenadores compartió con el equipo una frase que para mí refleja cuanto hacemos en nuestro día a día. Una frase que determina y clasifica el porque a unos nos van las cosas bien, y a otros ... pues no tanto. Porque tenía razón cuando se lo decía al equipo en ese tiempo muerto. "Se gana con ganas". Fácil, sencillo y para toda la familia que dice...
Y es así. Quienes no le ponen ganas a nada, nada terminan por tener. Ya sabes, lo que después dicen tener muy mala suerte.
- Me suena eso que dices.
En la rutina, a veces parece que el tiempo se nos escapa y que los retos son más grandes que nuestras fuerzas. Pero la verdad es sencilla: cuando ponemos ganas, cualquier pequeño gesto se convierte en un gran paso. A continuación, te comparto ejemplos reales que demuestran cómo la actitud proactiva puede marcar la diferencia en el trabajo, la vida y la familia. Vamos a poner algunos ejemplos.
En el trabajo
- Henar, la diseñadora: Cada mañana, antes de abrir su ordenador, dedica cinco minutos a escribir tres ideas que le gustaría probar ese día. Ese hábito la ha llevado a presentar propuestas frescas en cada reunión y, en seis meses, ha conseguido sacar adelante su primer proyecto importante, personal.
- Alberto, el vendedor: En lugar de esperar que los clientes lleguen a él, decide llamar a tres contactos cada tarde para preguntar cómo están y ofrecerles un consejo útil. Ese gesto, que parece insignificante, ha generado dos ventas nuevas y ha fortalecido su red de contactos. Cuando haces esto, los clientes te ven mucho más cercano y muy pendiente de ellos. Lo valoran.
- Claudia, la gerente: Cuando una tarea se retrasa, convoca una breve reunión de cinco minutos con su equipo para identificar el obstáculo y repartir acciones concretas. La rapidez en la solución evita que el problema se agrande y motiva al equipo a actuar con decisión.
En nuestra vida personal
- Roberto, el corredor: Hace un año decidió correr 10 km una vez a la semana. Empezó con 2 km, pero cada entrenamiento sumó un kilómetro más. Hoy, no solo ha perdido peso, sino que también ha descubierto una disciplina que le ayuda a despejar la mente después de jornadas estresantes.
- Edurne, la lectora: Se propuso leer un libro al mes. Aprovecha los trayectos en autobús para avanzar unas páginas. En un año ha leído 12 obras que le han ampliado la perspectiva y le han dado ideas para su propio proyecto creativo. ¿No te parece que es saber aprovechar muy bien el tiempo?
- Miguel, el voluntario: Cada domingo dedica dos horas a una asociación que ayuda a niños con dificultades de aprendizaje. La satisfacción de ver cómo una explicación clara cambia la cara de un niño le recuerda que la generosidad también es una forma de ganar. ¡¡¡Que grande!!!
En la familia
- Alicia y su hija: Cada noche, antes de dormir, dedican 10 minutos a compartir algo que les haya gustado del día. Ese pequeño ritual ha fortalecido la confianza y ha creado recuerdos que ambos atesorarán.
- Carlitos y su pareja: Decidieron que, al menos una vez a la semana, prepararán una cena juntos sin tecnología, sin teléfonos, sin distracciones. Cocinar y conversar sin distracciones ha renovado su conexión y les ha enseñado a resolver problemas de forma colaborativa.
- Carmen, la abuela: Cada semana llama a cada uno de sus nietos, contándoles una anécdota o un consejo. Ese gesto, que solo lleva unos minutos, se ha convertido en un tesoro familiar que se recuerda año tras año.
A la vida no hay que echarle huevos, hay que echarle GANAS.- Pero, ¿Cómo puedo incorporar la "ganas" a mis días?
1. Define un objetivo pequeño y concreto. No tiene que ser una meta gigante. Simplemente con algo que puedas lograr en una semana. Quién no tiene metas, no vive, consume vida únicamente. ¿Lo sabes verdad?
2. Crea un ritual, un hábito, una planificación. Asocia la acción a un momento del día (por ejemplo, "después de la comida, reviso mi lista de ideas").
3. Mide el progreso. Lo que no se mide, no se consigue. Anota cada paso, por pequeño que sea. Verás cómo se acumulan los logros.
4. Celebra los resultados. No esperes al gran final. Reconoce cada avance y permite que esa energía te impulse a seguir. Celebra y celébralo todo lo que puedas. Porque cuando se le ponen ganas a todo lo que haces, lo que te llega suele ser bestial.
Y al final vas a descubrir que es cierto. Se gana con ganas, porque si no le pones ganas, al final no ganas, y te la ganas. Y después solo tienes ganas de no echarle ganas a nada. Y ya lo tienes, nada tendrás.
Sabes que no pretendo darte clases de nada, solamente comparto mis vivencias y mi paradigma de como veo yo el mundo. Lo que si puedo decirte es que lo que te cuento lo he vivido. A mi alrededor tengo personas que le ponen ganas a todo lo que hacen, y personas que se victimizan y se excusan en cualquier cosa para no hacerlo, para no poner ganas a nada. ¿Sabes quién disfruta y quien se lamenta verdad? Y ojo, lo de "no es tan fácil como dices", o lo de "no tengo fuerza de voluntad" ya está pasado de moda. Igual no es tan fácil como digo, pero seguramente no es tan complicado como tu quieres hacer ver al mundo. Ahí te lo dejo amigo/a.
Los ejemplos anteriores son simplemente eso, ejemplos. Dónde lo único que quiero transmitir es que cuando le pones ganas a lo que haces, lo que ganas es completamente proporcional. Y si te das cuenta, ponerle ganas a los pequeños detalles, lo creas o no, marca la diferencia.
Y permite que te diga una cosa más, la última.
"La motivación no es un rayo que llega de repente; es la suma de decisiones diarias que tomas con intención". Cuando decides poner GANAS, conviertes los momentos ordinarios en oportunidades extraordinarias. Así que hoy, elige una pequeña acción, ponle corazón y verás cómo, paso a paso, vas ganando más de lo que imaginabas.
Pero ya sabes, a mi no me hagas no caso. Échalo GANAS y pruébalo.
dtp.rubenarroyo@gmail.com