Soy adivino del pasado ¿Te adivino el tuyo?

Sí, has leído bien. Seguro que no lo sabías, pero soy adivino del pasado, tengo esa capacidad, ese don, nací con ello. Después de unas merecidas vacaciones, de desconectar de la rutina y de cargar la batería emocional, vuelvo para contarte esto, que creo que puede ayudarte.

- ¿Adivino del pasado? Esto es lo último que esperaba escuchar. Eso sabemos hacerlo todos.

Voy a contarte una historia que le ha sucedido a mi amigo, presta atención y después me dices.

Como he citado anteriormente, tenía un buen amigo llamado Juan que vivía en una pequeña casa en la cima de una colina. La casa estaba rodeada de árboles que susurraban al viento, y el sol se ponía detrás de ellos en un espectáculo de colores que parecía un cuadro de un pintor famoso, ya sabes, esos que la gente paga por poder contemplar tan solo unos instantes. El caso es que Juan era un hombre sabio y experimentado que había vivido en aquel lugar toda su vida. Un día, mientras estaba sentado en su porche, sintió un viento extraño que soplaba con una fuerza que hacía que los árboles se doblaran y las ramas crujieran. El viento le susurró al oído que una gran tormenta se acercaba, una tormenta que destruiría su casa y todo lo que había construido.

Juan sabía que el viento no mentía. Había vivido suficientes tormentas en su vida para saber que esta no sería diferente. Sin embargo, en lugar de tomar medidas para proteger su hogar y su familia, Juan se quedó sentado en su porche, mirando el horizonte con una mezcla de miedo y resignación. El viento seguía soplando, y Juan podía sentir la ansiedad que se acumulaba en su pecho.

La tormenta llegó con una furia que Juan nunca había visto antes. El viento rugía como un león enfurecido, y la lluvia caía con una intensidad que parecía que iba a ahogar todo. La casa de Juan se derrumbó bajo la fuerza del viento y la lluvia, y todo lo que había construido se perdió en un instante. Juan se quedó solo, rodeado de los restos de su hogar y su vida.

Cuando la tormenta pasó, Juan se levantó y miró a su alrededor. La destrucción era total. Su hogar, sus recuerdos, todo había desaparecido. Juan se arrepintió amargamente de no haber hecho nada para proteger su hogar y su familia. Se dio cuenta de que había tenido la oportunidad de cambiar el curso de los eventos, pero no la había aprovechado. La culpa y el arrepentimiento se apoderaron de él, y Juan se preguntó qué habría pasado si hubiera actuado de manera diferente.

"¿Por qué no hice nada?", se preguntó Juan en voz alta, con lágrimas en los ojos. "¿Por qué no me preparé para la tormenta? ¿Por qué no protegí lo que era mío?" La respuesta era simple: el miedo y la resignación lo habían paralizado. Juan había sabido que la tormenta iba a llegar, pero no había hecho nada para evitarla. Ahora, todo lo que podía hacer era lamentarse y arrepentirse.

La historia de mi amigo Juan es un recordatorio de que tenemos el poder de cambiar nuestro destino. Si sabemos que algo malo va a pasar, tenemos la oportunidad de tomar medidas para evitarlo o mitigar sus efectos. Sin embargo, si nos quedamos sentados y no hacemos nada, podemos arrepentirnos de nuestras decisiones para siempre. La tormenta puede haber pasado, pero el viento sigue soplando, y Juan sabe que nunca olvidará la lección que aprendió ese día.

¿Por qué te cuento hoy esto? Pues por la misma razón de siempre. Porque sabemos que llega la tormenta, la vemos venir, hablamos de ella, sabemos que nos va a pasar por encima... pero no hacemos nada. Claro, cuando estamos calados hasta los huesos y ya no hay solución es cuándo los lamentos vienen a visitarnos.

Ya sabes que las cosas en tu trabajo no van bien, se vive un ambiente hostil, hay bajas por ansiedad y depresión por culpa del maltrato, cada día se hacen quinielas a ver si acertamos a quien van a despedir antes de terminar esta semana, lo ves venir y si no haces nada, esa tormenta te pasará por encima.

Tu relación de pareja no avanza, los chistes que antes te hacían partirte de risa ya no te hacen nada de gracia, apenas aguantas que te abrace, ya no hay caricias, ni carió, ni paciencia para nada más. ¿Sabes que la tormenta está en marcha? ¿Sabes lo que sucederá si te quedas quito/a esperando a ver que pasa verdad?

Por eso digo que soy capaz de predecir el pasado, porque muchas veces, prestando atención al pasado sabes que futuro les espera a algunas personas. Conozco personas que sabían que la tormenta iba en su misma dirección, sabían que era cuestión de tiempo tenerla justo delante. Lo hablamos en más de una ocasión, y ... ¿Te puedes creer que cuando han comenzado a sentir las frías gotas de agua caer sobre su persona se han sorprendido? ¿Te puedes creer que aún hay quién piensa que con desear que todo cambie, termina cambiando? ¿Te lo puedes creer?

El mensaje de hoy es claro, haz que las cosas pasen. Si lo haces mientras los demás se calan hasta los huesos, tu estarás protegido con un buen paraguas y podrás cantar bajo la lluvia. Porque lo malo de la tormenta, no es la tormenta. Es tenerla delante y negarte a verla.

Un consejo:

Ahora que termina el verano, ahora que comienza el curso escolar, ahora que has vuelto de las vacaciones, ahora que tienes las pilas cargadas... igual ahora, es el mejor momento de comenzar a fabricar tu paraguas que te protegerá de futuras tormentas. Ya sabes, ese paguas que te protegerá de la lluvia cuando esta te visite, ese paraguas financiero que te protegerá de la tormenta económica si sufres un imprevisto, un despido. Ese paraguas emocional que te ayudará si sufres una ruptura amorosa o si tu hija se te marcha a Vancouver a estudiar un año, ese paraguas que será tu mejor herramienta si has sido capaz de crearlo.

Confucio dijo una vez, que solamente es posible adivinar el futuro si estudias y prestas atención al pasado.

Pero bueno, es solo una opinión, también puedes pedirle a la vida que cuando la lluvia caiga, que a ti te rodee, que la lluvia te evite como por arte de magia. Lo creas o no, hay quién piensa que solo hay que pedirlo y no hacer nada para que suceda, pero esto ya es cosa tuya.

¿Te atreves a disfrutar de la tormenta o prefieres sufrirla?

dtp.rubenarroyo@gmail.com